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viernes, 7 de noviembre de 2008

Bruselas













Llegamos a Bruselas y lo primero que nos llamó la atención fueron los precios de la comida. Así como lo megacivilizado que parece todo y la mezcla de colores entre la gente (por eso nos preguntamos, ¿qué aspecto tiene realmente un belga?).

Buscamos un hostal para pasar la noche y me quedé en el Van Gogh, compartiendo habitación con un montón de americanas. Nos fuimos a cenar Inés y yo y nos despedimos porque ella se iba al aeropuerto de Charleroi.

Esa noche estuve sola (sin contar las americanitas, porque me puse en “modo antisocial”). En estos dos meses viajando únicamente había estado sola para ir al baño, y a veces, ni eso. Y de repente…

Así que como nunca había estado en Bruselas y no tenía nada mejor que hacer, me fui a ver la ciudad. Al principio miraba los monumentos en el mapa… acabé tirando el mapa y me dediqué simplemente a andar a ver qué encuentro. Era como un zombi, veía cosas sin verlas, sólo pensaba en la gente que había conocido, en las personas a las que echaba de menos, en las aventuras que había vivido estos dos meses y en lo raro que iba a ser la vuelta –no universidad, no curro, no nada-. De todos modos, antes de irme yo también al aeropuerto de Charleroi vi unas cuantas cosas. Y será por la morriña o por lo que quieras pero me quedé hablando con un indio y un paquistaní. Los indios no pierden sus costumbres aún estando en Bruselas, lo digo porque lo primero que me preguntó el mozo en cuestión fue “Are you married?”.

Pues eso, paseando entre rascacielos y casitas muy monas, me topé con el Parque Leopolodo (en el que tuve que mear entre arbustos, que aquí cobran y mucho por entrar al baño), el Museo de Arqueología, la catedral, el Parque del Cincuentenario, El palacio Real y la Iglesia de Sant Jacques.

y nada de coles de Bruselas.

Ganesh pasó frío, le hice muchas fotos, pero él aún no sabe sacarme a mí.

2 comentarios:

Francisco Miranda dijo...

Curiosamente comer en Bruselas no es nada caro. Los bombones son de lo mejorcito del mundo. El alojamiento también es asequible en verano.

Lo curioso es que si vas al aropuerto internacional verás que las lenguas usadas allí para comunicarse con los viajeros son el inglés y el flamenco, nada de francés, que en Bruselas todo el mundo entiende.

Carla Dickinson dijo...

Jejeje muy bueno tu blog!
Un abrazo,
Carme